El Tianguis del Parque de la Solidaridad.
Este sábado tuvimos la oportunidad de visitar el sobreruedas que se pone todos los sábados en el Parque Solidaridad desde hace 5 años, ahí los salineros podemos encontrar gran variedad de artículos a precios muy bajos, especialmente ropa, zapatos, verduras y deliciosos antojitos, que por cierto, les recomendamos los tamales estilo México y un rico menudo espanta-crudas.
Platicamos con algunos locatarios y expusieron algunas de sus inquietudes y propuestas, ya que con el paso del tiempo –coincidieron–, han surgido pequeños detalles e incomodidades, mismas que con organización y sobre todo, voluntad, pueden mejorar.
En ese parque, religiosamente todos los sábados alrededor de 60 personas llegan desde las 5 de la mañana a poner sus puestos, y obviamente, ganar un buen lugar, ya que al no estar los espacios enumerados, cualquiera puede tomar el lugar que desee. Algunos, denunciaron, llegan incluso a acaparar lugares para llegar más tarde. Esto ha desatado algunas inconformidades y discusiones.
A los vendedores, desde administraciones anteriores, la Delegación Municipal les cobra simbólicamente 20 pesos por vender sus productos, a la fecha ha respetado la misma cuota.
Lucio Rodríguez, recaudador, nos comentó que inicialmente se permitió a 15 personas vender en ese lugar a manera de ayuda, sin embargo, con el tiempo se fueron agregando más personas siendo el promedio de 55 puestos por sábado. Rodríguez explicó que en la Ley de Hacienda Municipal, el cobro diario para vendedores ambulantes es de 99 pesos. También especificó que en la misma ley está estipulado que no se permite el ambulantaje en parques, iglesias y escuelas, pero aquí se hace una excepción.
María Eliseria Robledo Mayorga, quien es de las vendedoras más antiguas, detalló que les gustaría tener una reunión con el Delegado Municipal para presentarle algunas propuestas, como la enumeración de los lugares o separar por áreas los distintos rubros, como ejemplo, dijo, sería más cómodo tanto para clientes como vendedores, saber que en cierta área específica se encuentra la ropa, en otra las verduras y en otra, la más adecuada para ello, la comida.
Como buen parroquiano, me tomé un rico café (negro y sin azúcar por ravor) y me senté a descansar un poco; llegué al parque después de recabar información de dos robos: a un expendio de cerveza y a un plantel escolar, este cáncer de inseguridad que nos tiene a todos arrinconados en la capital salinera.
Sin necesidad de escarbarle mucho, me di cuenta que en el lugar hay nula presencia policíaca ya sea para brindar seguridad a los transeuntes o verificar que los vehículos no pasen a exceso de velocidad en las reducidas calles. Hay 10 policías auxiliares nuevos que bien se podrían a enviar, si se quisiera, por lo menos uno o dos para hacer recorridos a pie o en bicicleta y encargarse del orden del lugar. Como los columpios del mismo parque: no hay.
El café cumplió con su función de relajarme y deurética también, no es muy complicado dar con el área de baños, un fuerte aroma a orines te guía hasta el lugar indicado. El baño de caballeros se encuentra totalmente desvalijado “Betoasaber desde cuando pero ya tiene rato, si patea ¿verdad? Verás en verano que machín” me dijo Juan, un vendedor canoso y cuarentón. El baño de las damas cerrado como almeja. Un vecino presta ese servicio por 5 pesos.
Algunos comerciantes explicaron que la fosa séptica está llena no recuerdan desde cuando, sin embargo, aceptaron que ellos estarían dispuestos a pagar una cuota mayor pero les gustaría saber que lo recabado, aunque reconocen que es poco, se emplee para la conservación de ese parque y rehabilitación de los baños y poder brindar un mejor servicio.
La actividad económica del lugar se reactiva cada sábado en el Parque de la Soli, con el paso del tiempo se ha consolidado como una excelente opción para la familia salinera. Seguramente, como nos comentaron al inicio del recorrido, con voluntad y organización, se pueden mejorar todos esos detalles y ganamos todos.
Efraín Patiño Estrada