Guerrero Negro en sus inicios.
Por Antonio Avilés Rocha.
Y la función continuaba, la brigada topográfica ya había entregado cuentas en La Isla balizando lo que sería el área del terraplén; era el turno de los ingenieros que construirían el puerto y sus instalaciones de punta a punta.
La brigada topográfica recibió la instrucción de cubicar aquel enorme témpano de sal medio enterrado en sus orillas, aquella laguna marina milenaria a la que los vientos bloquearon con arenales toda comunicación con el mar y a martillazos de viento y sol se endureció alcanzando una pureza tan profundo que su blancura aturde.
Iniciaron, nuevamente (porque ya había estimaciones preliminares) los cálculos para estimar cuánta sal había en ese depósito milenario natural, que en los inicios de ESSA sirvió de pista de aterrizaje.
En la foto superior Roberto Avilés S. al teodolito y libreta en mano haciendo los cálculos de cubicación e iniciaron los trazos para dividir las áreas de trabajo.
En la segunda imagen un equipo de Aerocargas que había aterrizado en la salina; y junto al carro, dos estupendos charros llegando de unas vacaciones de Ensenada; Roberto mi hermano y yo, junto al carro verde pistacho.
¿Alguien reconoce a los compañeros de mi Padre?