“Ni nadar de muertito dejan”

 

Sven Amador Marín

No hacía ni un año que había publicado sobre la incertidumbre en que estaba sumido el país con un Presidente que ya olía a león muerto en el ecuador de su administración.

Por aquel entonces, el Presidente apenas había hecho algunos movimientos en su gabinete para intentar hacer frente a las crisis principalmente en materia de educación, seguridad y corrupción. Parecía que se daba el banderazo anticipado para la sucesión presidencial y el mandatario ponía a una de sus piezas clave, Aurelio Nuño, frente a una cartera enorme, la Secretaría de Educación Pública, para lidiar con la disidencia de la CNTE e impulsar la mal llamada reforma educativa (que al día de hoy, no logra cuajar, ni lo hará).

Parecía que a finales de 2015, el Presidente ya no sería capaz de empeorar su toma de decisiones pero no fue así. Este año, entre otras cosas, se le ocurrió (o le soplaron) la maravillosa idea de invitar a México al candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos de América, el magnate Donald Trump, que ha basado su campaña en un discurso de odio y racismo, centrado particularmente en contra de los mexicanos que no cuentan con papeles para ingresar y permanecer en el país vecino. Cualquier persona mínimamente informada sabe de los insultos de Donald Trump hacia los connacionales.

No es necesario repetir los detalles de esa recepción, a la altura de una visita de jefe de Estado. En resumen, fue desastroso y arrojó en picada la ya de por sí mermada aceptación de Enrique Peña Nieto. El suceso provocó la caída de otro intocable, el todopoderoso Secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray Caso, que se antojaba presidenciable.

A partir de entonces el Presidente desapareció del escenario público al grado de sólo hacer acto de presencia si resultaba estrictamente necesario y con audiencias controladas, pero no al punto de parecer que no hay titular del Ejecutivo Federal. Desde entonces, el Presidente ha viajado mucho, lo hizo a Colombia para ser testigo de los acuerdos de paz entre el pueblo colombiano y las FARC y me pregunto, ¡a qué chingados fue! También asistió a los funerales de Shimon Peres, ex presidente de Israel y ganador del Premio Nobel de la Paz en 1994. Este tipo de viajes tienen una intención clara, en la opinión de Martín Moreno: que el Presidente asista, de manera normal, a todos los foros internacionales que sea posible para enviar el mensaje al extranjero de que en México hay una normalidad política-económica-social y no hay ningún conflicto si el Ejecutivo se ausenta.

Pues sí, pero a este supuesto aplica aquel maravilloso dicho de la sabiduría popular que reza “dime de que presumes y te diré de que careces” porque lo cierto es que al Presidente de la República lo sobrepasó la corrupción, la falta de eficiencia y eficacia, el escándalo de la llamada “casa blanca” y la censura al equipo que lo investigó, además de la poca legitimidad en el nombramiento de Virgilio Andrade como Secretario de la Función Pública, designado para investigarlo y señalado por su proximidad con el círculo peñista; la crisis de Ayotzinapa, la manipulación y las mentiras o verdades a medias (¿a alguien le suena que ya no habría gasolinazos?), la falta de despunte de la economía y los negocios millonarios con amigos empresarios, la corruptela y soberbia de sus amigos gobernadores (Chihuahua y Veracruz, por poner ejemplos), la opacidad y falta de voluntad política para sacar adelante a tiempo un Sistema Nacional Anticorrupción que, si bien nos va, quedará listo para operar a tiempo para la sucesión presidencial.

Todo, absolutamente todo esto, reitero, ha sobrepasado a Enrique Peña Nieto a tal grado, que después de la tremenda estupidez de la visita de Donald Trump y su fracaso con el nuevo formato del Informe de Gobierno, nuestro flamante mandatario decidió empezar a nadar de muertito para llegar, no ya a diciembre de 2018, sino a mediados de 2017 donde empezarán a despuntar las campañas electorales y entonces ya no será él el foco de atención, ni el principal actor a señalar, serán los candidatos, los de su partido y los de otros partidos. Hasta entonces, el presidente podrá respirar mucho más tranquilo. El problema es que su ineptitud es tal que aun nadando de muertito, puede cometer muchos más errores.

Ahí tenemos el ejemplo de la fuga del aun gobernador de Veracruz con licencia, Javier Duarte —del mismo partido del Presidente y al que en 2012 lo puso de ejemplo como actores de un “nuevo PRI”—, que el pasado 12 de octubre anunció que dejaría el cargo para, según él, hacer frente a más de 50 denuncias en su contra. Desde ese momento, a poco más de un mes de terminar su mandato, todos sabíamos que aquello era la crónica de una fuga anunciada. El día 19 de octubre, cinco días después de que dejó el cargo, la PGR giró orden de aprehensión en contra de Javier Duarte pero ya para ese entonces, el también flamante y enriquecido ex Gobernador, se encontraba en ‘paraíso’… perdón, en paradero desconocido. Otro derechazo al hígado de la credibilidad del Presidente. ¿De qué más será capaz en estos dos años que le quedan por delante? No hay que perder la capacidad de asombro…

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